Poemas Ingratos y Otras Cosas

Maldito tiempo que se acaba

Cómo quieres que no recuerde. Estás loco si piensas que esto es agradable y que me gusta. El mazoquismo no viene conmigo. Pero aún así, puede evitar la frustración de lo nunca alcanzado. Así y todo, me robaste. Te vendiste y te compré a alto costo. Me enseñaste que a veces los sentimientos no valen tanto como las palabras, que las letras se complementan contigo, y que mis desahogos no son dignos de tu persona. Y cómo paro esto ahora, porque ya no sé dónde estoy ni con quién. El tiempo todo lo cambia, pero yo sigo acá, contigo, sin tí.

Me pediste que te diera espacio, lugar, aire. Olvidaste que ya no había nada que recuperar. Todas las esperanzas habían dejado de ser sueños y el amor, de ser un espía. Libros partidos, alacenas vacías, corazones destrozados, las ventanas del alma no podían ya demostrar algo, porque en ellas el agua abundaba como diluvio.

Toda la situación continúo. No hubo ni habrá jamás freno para que la memoria no venga a repartir soledades. Si dejaste una huella, fue porque yo escarvé muy profundo en tu vida, en tu confianza, en tu risa. Seguimos sin enteder qué fue lo que nos ató tan fuerte para nunca soltarnos de lo que llamamos ingratos y a mucha honra. Me querías y te quería, porque nuestro amor devastó todos los rincones ajenos, era más fuerte que toda fidelidad y más auténtico que toda mentira. Pero llegaste lejos, tarde y desafortunadamente. ¡Maldita la hora en que me miraste a los ojos, en que me sonreiste, discutiste y te echaste a la carga toda mi ingenuidad!.

No hay derecho, sin deberes. Mi derecho es tenerte siempre, tu deber el de conservarme en tus pensamientos, para que algún día, no sé cómo, ni porqué, y por alguna extraña razón, decidas volver...