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En realidad, no hay nada más que decir. Los hechos se creen los dueños del presente sin que se tenga la oportunidad de dar el primer paso.

La confusión de enmudece y se vuelve tan sigilosa, que no noto su entrada en lo que se puede llamar una "cabeza constante". Se tienta y emprende su travesía a través de espacios que la mente ya no puede alcanzar.
Entre tanto trote, las ideas ya no son lo que aparentan. Todo se torna tan fugaz, tan volátil, tan superficial. La realidad descansa y deja su trabajo a existencias que no valen su nombre. Ya no sé para dónde ir o para qué quiero moverme.
Y que dure lo que quiera durar esta quimera, porque a veces, en las ficciones se encuentra lo que no se puede lograr...lograrte.
Pareciera que todo se esfuma, mientras yo estoy inmóvil. El tiempo avanza y no me decido a emprender el camino o a quedarme estática enfrete de la piedra que me hará caer.
Sería tan fácil fusionar los pensamientos, crear una masa que apruebe todos los errores, en vez de convertirlos en derrotas. Hacer de la mescolanza de sentimientos, uno poderoso que derribe muros e incite a crear vivencias a base de fuertes.
Quédate con tus mundos irreales, que ya son tuyos. Mi barco, en cambio, ya se ancló rumbo a la superficie de la Tierra. Y si por último, no había nada que decir, caigo en una incoherencia de declaraciones. Aunque a veces, las palabras no son capaces de llenar los vacíos...