Poemas Ingratos y Otras Cosas

caminaba por las calles. se preguntaba cuánto se había arrendado al sistema, si sus principios habían sido arruinados y sus proyectos transformados. se cuestionaba qué iba a ser de él cuando mirara hacia atrás y se diera cuenta que ahora sólo era lo que en un pasado se rehusaba a ser.

qué dirían los demás cuando notaran que él era sólo una marioneta que decía y hacía lo que sus superiores le obligan a hacer y ser. todo se trataba de un estado temporal, para llegar lejos debía vender su vida al mercado, crear un disfraz, para así ver si le ofrecían un razonable precio por él.

ya llegarían los tiempos de gloria en que podría ser él mismo. hablar de los temas que a él le importaban y no tener que acomodarse a la sociedad y sus individuos con corbata y arrogancia. podría reír de sus propias bromas, servirse de sus propios sueños y alimentar objetivos sin que nadie le reproche absolutamente nada.

pero él seguía caminando. aquí, ahora no podía hacer absolutamente nada. no se reconocía, no era lo que deseaba ser; ni doctor, ni astronauta, ni bombero. sus sueños fueron quebrados por lo que debía ser y lo que debía tener: éxito, dinero, familia, porvenir. sí, así aseguraría su futuro. sin embargo, su sombra ya no sería la misma, su corazón cambiaría sus valores serían dejados de lado.

un fantasma, un desconocido, un infeliz ser más entre la masa. quién eres. no lo sé. ya no lo sé. perdona mi actitud, ya no sé dónde estoy, ni porqué, menos que rumbo tomé y qué me dirigió hasta acá.

debo usar un camuflaje para que me tomen en cuenta, un distintivo eficaz para ser más persona, más humano, más útil. debo entrar en esa fábrica para que me acepten mis pares, tengo que ser uno más de ellos, así encontraré la felicidad.

pudo decir que no a rehusarse a su propia identidad y creer que las cosas pudieron ser diferentes. difíciles, pero diferentes. siguió caminando, pies planos, corvatura extendida. cada vez más ansioso por correr hacia el placer del éxito y sus consecuencias. al fin llegó, cansado de tanto destrozar su personalidad, ahí estaba el mercado que le arrancaría hasta el último pedazo de ser.

decidí seguir el camino. no soy una persona alegre, pero al menos tengo como sostenerme. el problema es que me sostengo con mis propias manos que ya están rotas de tanto levantarme la moral, luego de vender mi alma.