Poemas Ingratos y Otras Cosas

Paseos por el tiempo

Por los pasos inagotables, por las incansables aventuras, por la salud de nuestros brindis, yo tomaré las copas y echaré a volar todo mal recuerdo. Todo espanto que ose aprovecharse de la estabilidad, será derribado como tronco en montaña y cóndor en tinieblas. La advertencia está sentenciada. No faltarán las tormentas, ni los naufragios, pero siempre estará el salvavidas que tomará tu mano nerviosa y asustada y te devolverá a la esperanza.

Ya quisiera yo que la arena no cayera por el reloj, que la luna no avanzara cuando el sol se esconde. Ya me imagino yo poder saltar en libertad nuevamente, sin cadenas ni ataduras. Que los ojos no sirvieran de ciervos a los alcones depredadores, listos para alcanzar su presa en cualquir instante. Añoro las fantasías inocentes, los sueños futuristas, un presente sin presente, ni noción del tiempo.

Tengo nostalgia de tiempos de oro, de riqueza interna, de melodías que transportaban. Tengo celo por la incertidumbre que sentía, y por el conocimiento añejo que hoy me consume. Existe en mi presencia un aurola de felicidad y tristeza, porque ya no soy quien solía ser, pero tampoco soy quien quería ser. Esta contradicción se asemeja a la de un camuflaje de guerra: Trato de pasar inadvertido, pero todos saben que está presente y que no dudará en hacer notar su fuerza.

No obstante, pareciera ser que el castillo no es tan fuerte como lo fortificaron. A veces, los cañones son más audaces que una simple muralla complementaria de una construcción. Así y todo, la edificación se forja bajo cimientos, como la juventud de la niñez, la presencia de ausencia, la paz de la guerra y la identidad de la base en nada.