Dicen que los muertos no hablan de más, es por eso que nadie la escuchó...
Los años pasaron inadvertidos. Los juegos y las trampas, las sonrisas robadas y el culto al presente se desvaneció de pronto. El alma inocente descansa en aquel cuerpo pequeño e indefenso. Lo poco que queda en ello, y lo mucho que lo recuerdos añoran la eterna infancia.
Murió sin ser despedida. La quité de a pedazos; primero con los proyectos, con las ganas de crecer, de ser mayor, con las miradas despreciables hacia la era infantil. La asesiné sin rencor y entre más la quitaba de mi mente, más cosas recibía de la nueva etapa: tengo que hacer cosas, debo ir a estudiar, comer, cocinar, lavar, planchar, cepillar mis dientes, dormir menos horas, dejar de jugar, ver el futuro, lidiar con la nostalgia.
Murió sin ser despedida. La quité de a pedazos; primero con los proyectos, con las ganas de crecer, de ser mayor, con las miradas despreciables hacia la era infantil. La asesiné sin rencor y entre más la quitaba de mi mente, más cosas recibía de la nueva etapa: tengo que hacer cosas, debo ir a estudiar, comer, cocinar, lavar, planchar, cepillar mis dientes, dormir menos horas, dejar de jugar, ver el futuro, lidiar con la nostalgia.
Poco a poco se fue marchitando la flor de la vida por no permitir los espacios que la hacían gloriosa. Se fueron secando las hojas del árbol que en su raíz no vio el agua caer. ¿Dónde están las risas furtivas, los por qué sin responder, la aventura diaria, la imaginación? Que todo se haya ido, no significa que todo haya sido olvidado. Aún se abusan las noches de soñar despierto.
Vivir libre, sin rutina, sin esperar el éxito ni la satisfacción ajena. Disfrutar la arena, el mar, una puesta de sol. Existir para ser feliz y no para sobrellevar los obstáculos del camino. Andar sin remordimientos por el pasado y seguros por el futuro.
...ella nunca habló, no porque no tuviera ganas de hacerlo, es sólo que nadie quería escuchar que de ella nadie iba a saber jamás...