Poemas Ingratos y Otras Cosas

Soñar o morir en el intento

No quiero soñar algo que me deje en el vacío. Prefiero aferrarme a la tierra como un clavo, sin tener martillo que me destierre de este lugar. A veces las personas solemos ser tan idealistas que la realidad viene de vez en cuando a someternos a la verdad y nos transforma en esclavos de la no ficción, de este martirio que debemos llevar, más que como cruz, como un simple y trágico destino.

El abismo sin final, el túnel sin luz ¿Cuánto faltará para llegar a la felicidad? o es que ésta ya está, pero la ceguez participa en la incapacidad de permitir divisarla. Encontrar el sentido y detener los ojos en un horizonte. Generar metas, ser alguien, vivir con éxito. ¡Cuántos proyectos, pero tan pocas quimeras! Rutina que destruye la filosofía y materias que no dejan al ser humano ser esencia.

Cada uno se construye su camino, y mientras hay algunos que corren sin pesar alguno, hay otros que optan por el andar lento y pausado. Si los primeros no tienen cemento en los pies, y botan de toda agonía por las palabras, entonces avanzarán rápido, pero tanto que no podrán observar más allá de su propia nariz. Y sin los segundos determinan seguir meticulosamente el recorrido, entonces habrán entendido que lo que importa no es tener más, sino vivir feliz con lo que se tiene.

Si las cadenas se rompen y las enfermedades del corazón de curan, las soledades terminarán de ser una compañía, los detalles comenzarán a ser recuerdos permanentes del alma y la triteza válgame nada. El tiempo avanza como rayo al cielo y el tiempo no detiene su trote. Sin embargo, los momentos son los que quedan latentes, los segundos de una sonrisa y los calvarios de un mal minuto. Más vale el tiempo que se gaste en vivir, que malgastarse a gran velocidad por algo poco durable.